miércoles, 18 de febrero de 2009

Cuando es lo que hay


Concha se levantaba cada mañana. A las siete.
No le quedaba más remedio.
Tenía siete bocas que alimentar. Siete.


Concha tenía un marido que la quería.
Un marido que fue barbero. Que se sepa:
Barbero, vigilante nocturno y tornero.


Concha sabía hacer las mejores papas con bacalao.
Sabía sacar diez filetes de un cuarto de carne
Y todavía dejaba algo pal vecinito de al lao, el pobre.


Concha dormía con su marío en su dormitorio.
Con su marío y los dos más pequeños en su mismo cuarto.
Y por si dios quería, todavía guardaba sitio. Por si acaso.


Concha vivió en el monte, en la sierra y en la aldea.
Vivió en los pajaritos, en la calle feria y la macarena.
Pero esta mañana Concha no se levantará a las siete.
Porque esta noche es suya. Esta noche le pertenece.


Concha nunca conoció a su padre.
Cuando esta noche lo encuentre se tirará a sus brazos
Sin importarle nada, ni cuanto, ni ande.


Porque cuando es lo que hay,
… es lo que hay.