martes, 7 de julio de 2009
martes, 26 de mayo de 2009
Men are Penguins, Women are Koalas
Aquella noche llegué borracho a casa de Linda. Me había llamado por la tarde y me hizo prometerle que iría a su casa por la noche a ver una película holandesa en la que habían colaborado algunos amigos suyos de cuando vivía en Ámsterdam. Yo había salido temprano de casa para ir dando un paseo hasta su piso del centro pero por el camino me encontré con unos amigos que hacía mucho que no veía y me hicieron quedarme con ellos a tomar unas cervezas en una terraza del centro. Yo les estaba explicando que había quedado con una chica, y que no podía enredarme cuando me di cuenta que ya tenía una cerveza en la mano. No pude resistirme. “Bueno una cervecita no hace nada, además es temprano”, me dije a mí mismo, así que me senté con ellos dejando claro que solo me tomaría una. Cuando cerraron el bar nos trajeron la cuenta, debíamos ochenta euros en cervezas y whisky. Aproveché en una de las visitas al baño para despedirme de mis amigos y salí del bar en dirección a casa de Linda. Eran casi las doce de la noche.
― Bueno pues busca un hombre con quien te guste follar cuando te apetezca.
― Okay, pero nosotras no solo necesitamos follar, también necesitamos cariño. You know.
― Busca un hombre que sea cariñoso.
― Okay, pero luego si follas con otro hombre dicen que eres una puta.
― Pues busca un hombre que sea cariñoso contigo y al que le guste follar con otras.
― What? ¿Y quien quiere un hombre así?
― Dime.
― Esto, …¿qué significa mamoneou? Antes, cuando tú has dicho antes: Esto es un mamoneou, y tal…
― Se dice: mamoneo.
― Mamoneo.
― That’s it. Mamoneo es algo chungo. Ya sabes. Cuando algo es molesto. Se dice: esto es un mamoneo. Un mamoneo de la hostia.
― De la hostia? What do you mean?
― Si de la hostia is something really big. You know, something gorgeous. But it isn’t really had to be bad. It could also be nice.
― Aham, okay. Vale. Mamoneo de la hostia es como movida chunga, ¿no?
― You got it. ¿Otro vodka?
― Wow, sure. ¡Otro vodka!
― Holy shit! ¿Qué no dije nada? ¡Dammed son of a bitch! I left you in that place cause you even talk to me at all! You just take the whole fucking night flirting with the other girls. That was sick. Oh my god, that was really sick!
― What? I didn’t flirt anybody. You are just mad, really mad.
― Am I mad? What the fuck! You! You’re the mad one here! You’re the only one who kick anyone around me in the pubs! Anyone! You can’t stand it, for Christ’s sake! That’s what I call mad. You’re jealously mad.
― I’m not jealous.
― Sure not. It would be me. Always it’s me. Holy shit!
― Oh yesss!... Dime perra, dime puta, dime palabras guarras... Come onnnn, fuck! Fuck me harder!
domingo, 24 de mayo de 2009
El Mundo Está Lleno de Ellos
Basado en Hechos Reales
Justo en ese momento vi un letrero de “SE VENDE” en el cristal de atrás del Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de aparcamiento.
jueves, 21 de mayo de 2009
Propósito de Buenas Intenciones
A partir de mañana voy a ser un buen chico.
Lo primero que voy a hacer es creérmelo.
Lo segundo, volver a repetírmelo,
Y ya veremos lo tercero.
Voy a hacer lo que quiero.
Voy a buscar trabajo en serio.
Voy a perder esos kilos.
Voy a salir a por el pan,
Y hasta bajar la basura.
fumar
esnifar
apostar
mentir
conducir borracho
Voy a cuidar de los que son de los míos
y de los que no también, un poco menos.
Voy a besarte cuando me apetezca
Sin avisarte ni pedirte permiso.
Cuando te necesite, voy a decírtelo.
Cuando me tengas hasta los huevos,
También.
No pienso devolver nada de lo que no es mío.
Ni voy a soportar un solo idiota a mi lado.
Ni voy a dejar que os llevéis a las guapas,
Y según como me pille, ni a las feas tampoco.
trasnochar
insultar
blasfemar
delinquir
pedir prestado
Os voy a mandar a la mierda,
Pero muy rápido.
Esta vez sí va en serio.
lunes, 18 de mayo de 2009
Táctica y Estrategia
sola en el aire, oculta,
tu mirada..."
Mario Benedetti
Mario salió al porche en mitad de la noche. Le gustaba salir al porche por las noches y sentarse a leer en un sillón de mimbre que parecía haber sido fabricado para él. Puso el paquete de tabaco al lado del cenicero y dejó su libro en las rodillas mientras se encendía un cigarrillo.
A Mario le gustaban los escritores que bailaban con las palabras. También le gustaban los que disparaban palabras a quemarropa, o también los que eran capaces de conquistarlas y luego hacer el amor con ellas. A Mario le gustaban las historias de borrachos arruinados por haberlo apostado todo, de mujeres que chillaban cuando estaban enfadadas y de ternura apabullante cuando la tormenta pasaba y tocaba reconciliarse, le gustaban las historias de peleas amorosas, de romances imposibles, de odios incurables. Mario no podía evitar imaginarse que él aparecía en todas las novelas que leía. Así había llegado a ser un aventurero cazador en mitad de la sabana africana, o un artista bohemio en el París de las vanguardias, o también un temerario reportero gráfico de conflictos bélicos. A Mario le gustaba oír silbar las balas a su alrededor atrincherado tras una barricada. Le gustaba sentir como sus dedos manchados de pintura acariciaban a su amada mientras dormía, pero sobretodo, lo que más le gustaba era imaginar que él mismo era quien contaba y escribía esas historias. Se imaginaba sentado en la buhardilla de un ático solitario al lado de un ventanuco con un flexo en la mesa, el cenicero a rebosar y miles de papeles por todos lados. Se imaginaba también en una casa con chimenea en mitad de las montañas, perfecta para poder escribir en paz cuando fuera famoso. Y también le encantaba imaginarse recogiendo premios rodeado de fotógrafos y firmando libros con mala cara pretendiendo parecer ajeno a todos esos halagos. Le gustaba especialmente la idea de poder asistir a importantes debates intelectuales para poder dar la nota diciendo tacos y hablando solo de follar y guarrerías por el estilo. Seguro que con solo un par de apariciones así las ventas de sus libros se dispararían. A todo el mundo la gusta odiar o admirar a la gente que tiene los cojones necesarios para decir la verdad. En fin, o sea que a Mario le gustaba leer.
Pero aquella noche cuando se dio cuenta se había fumando el primer cigarrillo sin llegar a abrir el libro. Así que soltó el libro en la mesa de mármol del porche y se recostó en el sillón de mimbre.
Luego una idea pasó por su cabeza. Se levantó del sillón para entrar en la casa. Buscó entre las estanterías y encontró un viejo cuaderno de anillas. Le limpió el polvo y buscó algo con lo que poder escribir. Solo encontró un boli bic sin capuchón ni taponcito de arriba. Estuvo un buen rato girándolo sobre el cuaderno y la tinta azul empezó a salir poco a poco. No era gran cosa pero sería suficiente. Salió al porche y acercó el sillón de mimbre a la mesa. Abrió el cuaderno por la primera página con el bolígrafo en la mano. Se inclinó un poco hacia la hoja. Luego levantó la vista y se volvió hacia atrás para buscar el tabaco y el cenicero. Se encendió otro cigarrillo.
Mirarte
Podía recordar conversaciones enteras que había tenido hacía ya muchísimos años. Podía repetir cada palabra, una a una, con total seguridad de que no se le olvidaba nada.
volver a hablarte
y escucharte
Mi táctica es...
quedarme en tu recuerdo
ser franco
Entonces Mario sintió que no estaba escribiendo él. Eran las cosas que recordaba, ellas mismas eran las que lo necesitaban a él para ser recordadas, para existir.
Mi estrategia es...
que por fin me necesites
Mi táctica es
mirarte.
Mi táctica es
aprender como eres,
quererte como eres.
Mi táctica es
hablarte
y escucharte,
construir con palabras
un puente indestructible.
quedarme en tu recuerdo,
no sé cómo, ni sé
con qué pretexto,
pero quedarme en ti.
Mi táctica es
ser franco
y saber que eres franca,
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
ni abismos.
Mi estrategia es,
en cambio,
más profunda y más
simple.
Mi estrategia es
que un día cualquiera,
no sé cómo, ni sé
con qué pretexto,
por fin me necesites.
Mario Benedetti (1920,2009)
miércoles, 13 de mayo de 2009
Gymnopédie nº1
Magda llegó a Madrid sola. Se bajó del autobús encendiéndose un cigarrillo y esperó fumando junto al maletero del autobús a que los demás pasajeros sacaran sus maletas.
Entonces pasó una nube por delante del sol. Magda se giró hacia fuera y se quedó mirándola. La nube flotaba en el cielo, despacio. Su forma cambiaba constantemente, muy poco a poco. Era una nube cualquiera como las demás, pero un segundo después, era otra nube distinta. Con otra forma, más o menos parecida a la anterior. Entonces, y sin ninguna explicación aparente, otra nube que andaba cerca se cruzaba en su camino. Las dos nubes iban poco a poco acercándose. Parecía que se atrajeran la una a la otra. Y así flotaban la una al lado de la otra hasta rozarse. Y entonces, tan solo un segundo después, las dos nubes se habían fundido en una sola que flotaba en otra dirección levemente distinta a la anterior. Magda siguió mirando embobada a las nubes hasta que se perdieron por el horizonte. Se sentía extraña. No sabía muy bien como se sentía. Tal vez no sintiera nada. Tuvo la sensación de que tenía que decir algo, pero no sabía muy bien el qué. ¿Qué significaba todo esto? Quien sabe. Además, ¿a quién le importa?
martes, 12 de mayo de 2009
Érase una vez... y lo fue
Marsias era un pastor que desafió a Apolo a un concurso de música. Había encontrado un aulos inventado por Atenea que ésta había tirado porque le hacía hinchar sus mejillas. Apolo tocó su lira y Marsias esta flauta, y ambos lo hicieron tan bien que ni Midas, al que habían invitado como juez, ni las Musas pudieron decretar un vencedor. Entonces Apolo retó a Marsias a tocar el instrumento del revés: él giró su lira y tocó, pero el aulos no podía tocarse del revés. Marsias lo intentó de todas las maneras posibles en vano. Al final se dio por vencido. Entonces las Musas declararon vencedor a Apolo, pero Midas objetó contra este veredicto. Las Musas estaban en mayoría y se negaron a ceder. Apolo, para castigar a Marsias por su soberbia y audacia al retar a un dios, le ató a un árbol y lo desolló vivo, dando su sangre origen al río Marsias…
En la mitología griega las Musas (en griego Μοῦσαι Mousai) eran, según los escritores más antiguos, las diosas inspiradoras de la música y, según las nociones posteriores, divinidades que presidían los diferentes tipos de poesía, así como las artes y las ciencias. Eran bellas y siempre conseguían lo que ellas quisieran.
... Oh, dolida, por qué la reina de los dioses a sufrir tantas penas
empujó a un hombre de insigne piedad, a hacer frente…
Eso digo yo, por qué, por qué ...
martes, 21 de abril de 2009
Ojos Negros
Ernest Hemingway
Manolo no dejaba de mirar como sobresalía su tronco muerto sobre las copas de los demás árboles mientras sentía como la sangre caliente le empapaba su bota derecha por dentro. De vez en cuando movía su pie y tenía la misma sensación de cuando niño metía sus pequeños y desgastados zapatos en los charcos de la plaza del pueblo después de llover. La sangre de su pie se enfriaba muy rápidamente y sabía que era lo que mejor le podía pasar ya que al enfriarse no desprendía tanto olor, que aunque para él era casi imperceptible sabía muy bien que no lo era así para los otros habitantes del Monte Mateo. Cogió el cuchillo y cortó la pernera del pantalón de arriba abajo, a partir del bolsillo izquierdo. Separó la tela con las manos y se miró el muslo. Tenía una hinchazón puntiaguda y rojiza en forma de cono, y al palparla con los dedos sintió el hueso del fémur roto bajo la piel.
― Tendrá que hacerse. El barro lo pondremos la noche anterior, tendremos que bajar todos menos uno hasta el arroyo y mojarnos los pies. Para la tarde ya estará bien seco. Esa loma está en solana.
― Esperemos que apriete el Lorenzo como lo ha hecho toda la semana. Si no estamos jodidos, Manolo. Si no se seca el barro se reblandece la madera y entonces la habremos cagado hasta el fondo.
― Ya veremos, hermano ― dijo Manolo mirando hacia el cielo ― ya veremos.
Emilio había dejado una ramita con brea en la vera del arroyo atada a un pedrusco. Cuando se despertó bajó hasta el arroyo y había una mirla pegada en la brea, todo alrededor estaba lleno de plumones negros. La mirla había dado guerra toda la noche pero la brea era buena. Emilio la cogió y le retorció es pescuezo sin dudarlo. La metió en el zurrón y se la desayunaron a la plancha con un diente de ajo junto al eucalipto blanco. Fue lo único en lo que tuvimos suerte, pensó Manolo mientras sentía como la fuerza abandonaba sus manos apretando el rifle de ojos negros contra su pecho metido en el tronco del castaño.
Al caer la noche recordó que había guardado algo de pan y sobrasada en su zurrón envueltos en papel. Lo abrió y extendió la sobrasada por el pan con los dedos. Nada más terminar de comer se sintió el estómago lleno y relajadamente se dejó llevar por el sueño.
Un sonido que provenía del barranco lo despertó cuando aún no había abierto el día. Asomó la cabeza por el tronco vacío del castaño y pudo ver el cielo blanco del amanecer. Luego el sonido volvió a sus oídos. Eran López y sus hombres, habían encontrado los cuerpos de los milicianos batidos la noche anterior. Apenas le quedaban fuerzas para recoger el rifle apoyado entre sus piernas. La hemorragia parecía haberse detenido pero no sentía nada de cintura para abajo. Manolo sabía muy bien que significaba aquello. La perdida de sensibilidad es el primer y único buen síntoma de la gangrena. Sacó una bala de su bolsillo derecho con la mano temblorosa y la metió en la recámara del rifle de cazador de su padre. Le vino a la mente la primera vez que le dejó disparar.
―Tienes que cogerla así, firme, como a una mujer. Tu piensa que es esa niña de la aldea que te gusta, ¿como se llamaba?
― Lola.
― Eso es. Imagínate que es la cintura de Lola. No la agarres, abrázala fuerte, así.
Manolo cerró el cañón. Pensó en su madre, en el tacto áspero de sus manos que con cariño le acariciaba la cara. Sus ojos se llenaron de lágrimas que rebosaron por sus mejillas sin afeitar. Pensó en Ramón, en la última mirada que tuvieron en el aquel maldito barranco. Y pensó en Lola. En aquella tarde de romería que se subió con él en el caballo el día que la conoció, y en cómo le temblaban las manos aquel día a pesar de lo que le había dicho su padre. Pensó en su primer beso en el olivar del padre de ella, en su inocencia que tanto le hacía desearla. Pensó en sus manos, en sus muslos cálidos, en su boca, en sus ojos negros. Y entonces, y por primera vez desde que llegaron al Monte Mateo, se sintió seguro y a salvo. Cerró los ojos y dijo en tono suave.
― Espérame cariño, ya voy.
Manolo apoyó la culata del rifle contra el suelo mientras escuchaba a los hombres de López subir por el camino del valle.
martes, 14 de abril de 2009
Peces Extraños
they´re not gonna happen.
Thomas Yorke, In Rainbows
Tuve curiosidad y me lancé en la corriente hacía donde antes estaba el río, pero ahora solo era una especie de surco gigante que dibujaba una sinuosa herida dividiendo a la ciudad en dos. El agua reflejaba los rayos de luz en todas direcciones. Para que me entendáis, no se veían sombras por ninguna parte. Es más, nunca antes había visto mejor. Y por las ondulaciones del agua podía ver las corrientes y hacia donde se dirigían. Si cogías la corriente apropiada podías dejarte llevar y cruzar la ciudad en poco más de cinco minutos. Después de todo no iba a estar tan mal. ¿Qué sacrificios tendríamos que hacer? Hombre, si os soy sincero, lo primero que pensé fue en que ya no iba a tener que preocuparme por dejar de fumar. Olvídate de la contaminación, del papel, de coger el coche, olvídate de los atascos, del viento, de la lluvia, … ¡coño, estaba de puta madre! Pensaba en todo esto dejándome llevar de espaldas por una suave y cálida corriente.
martes, 7 de abril de 2009
Le Tour de la France
Mani volvía de dar una pequeña vuelta de treinta kilómetros en su bicicleta nueva por las afueras de la ciudad cuando entrando en el piso se cruzó con Valeriè en el ascensor. Para ser más exactos, esto fue lo que Valeriè se encontró cuando abrió la puerta del ascensor: a Mani metido en su ropa de ciclista de color amarillo chillón, con unas finas mallas rosa fuxia a medio muslo y un casco blanco con forma de huevo en la cabeza mientras se miraba los bíceps en el espejo y poniendo cara de machote. Por si fuera poco, Mani estaba hablando solo:
― ejem, bonjour… ― dijo Valeriè intentando hacerle sentir lo menos ridículo posible.
― Oh, hola. ― Mani bajó el brazo y sacó la bici del ascensor.
― ¿Eres amigo de Juan? ― le preguntó Valeriè.
― Bueno, eh, soy su compañero de piso... así que, técnicamente, no.
― Jeje … ¿? Yo soy Valeriè.
― Oh, encantado. Yo me llamo Mani. O como dirías tú, Maniù.
― ¿? Entonces, ¿eres un cyclisté?
― ¿Un qué? ― Mani se rascó la cabeza intentando comprender.
― ¿Un cyclisté? Tú sabes, con tu byciclètte.
― Oh sí, sí. Soy un apasionado del ciclismo. Hasta tengo una bicicleté estática, sabes. Y también corro, y hago abdominales, y por supuesto... les nalguès de hierro. ― dijo señalándose el culo bien apretado en las mallas rosa.
― ¿? Uh, tre bien, tre bien... Au revoir. ― Valeriè entró en el ascensor en cuanto pudo y pulsó el botón de la planta baja intentando no parecer asustada.
― Au revuá. ― dijo Mani. Yo estaba en el quicio de la puerta fumándome un cigarrillo despidiendo a Valeriè y pude ver toda la escena sin perder detalle. Le ayudé a meter la bici en el piso sin tirar nada y le saqué un acuarius de naranja de la nevera.
― Simpática, sí es simpática sí . Está buenísima, vaya.
― ¿Qué cómo lo hago? ¿De verdad lo quieres saber?
― Si, joder. ¿Cuál es tu técnica?
― Bueno mira, Mani, es así… ― yo en realidad estaba pensando en decirle que se quitara las zapatillas porque acabaría arañando la madera del suelo. Así que le solté sencillamente: ― Que quieres que te diga, tengo un talento natural.
― Mierda, eso no es una técnica. ― Cuando se enfadaba con esa pinta el espectáculo ya era total.
― Yo tampoco creía que lo fuera, pero tú me lo preguntaste. Anda cámbiate.
― ¿Así que sólo es eso? ¿Qué tienes un talento natural?
― Hey, todos somos buenos en algo, sabes Mani. Todos tenemos un talento especial. Tú, por ejemplo... ― me quedé mirándolo así metido bajo el cascarón de huevo que llevaba de casco, con sus zapatillas con las puntas hacia arriba y las mallas rosa y el maillot fluorescente ―… Tú, por ejemplo, … no tienes vergüenza.
― Hey para, para, no tienes ni puta idea. Esto es lo que llevan puesto en el Tour de la France. ― me dijo con un acento francés recién adquirido.
― Mira Mani, yo sí que acabo de darme una vuelta por el Tour de la France, y la única cosa que llevaba puesta era un condón.