martes, 14 de abril de 2009

Peces Extraños

Don´t get any big ideas,
they´re not gonna happen.
Thomas Yorke, In Rainbows

Lo último que recuerdo antes de todo aquello es que había comido demasiado antes de dejarme caer sobre el sofá para echar la siesta. Luego, poco a poco todo se volvió oscuro y durante mucho tiempo no ocurrió nada. Entonces fue cuando abrí los ojos debajo del agua. Aún estaba medio dormido cuando hice el amago de levantarme del sofá, pero resultó que mi cuerpo estaba flotando a un metro de altura sobre el sofá en mitad del salón. Incluso bostecé. Solo entonces me sorprendí de poder respirar sin ninguna complicación dentro del agua.

Mi ropa estaba empapada, mi teléfono móvil flotaba cerca de la lámpara del salón y mi tabaco seguro que se había mojado. Decidí quitarme la ropa ya que en el actual estado de las cosas no parecía ayudarme mucho y solo me dejé puestos los calzoncillos, no sé por qué razón. Una vez desnudo pude moverme con más comodidad. De un par de brazas pude acercarme al balcón. Me costó algo más de esfuerzo de lo normal abrirlo pero cuando lo logré una fuerte corriente marina de agua caliente me chupó hacia la calle. Puse los brazos hacia delante como cuando me tiraba de cabeza en la piscina y me dejé llevar por la corriente calle arriba. Pude ver a algunos vecinos flotando dentro de sus casas asustados mirando por las ventanas. Me miraban con los ojos muy abiertos y sus labios se movían diciendo algo que no pude escuchar. La corriente era muy intensa pero estable. Rápidamente aprendí a controlarla para subir o bajar e incluso para girar a la izquierda en la avenida. Entonces la corriente me impulsó hacia arriba y pude ver toda la ciudad debajo del agua. Iba buceando sobre cada uno de los barrios de la ciudad a vista de pájaro, como si fuera un pájaro marino, bueno ya sabéis a que me refiero. Me dirigí al centro. Allí estaba la gran torre, monumento principal de mi ciudad como una gran montaña submarina. Llegué hasta ella y me agarré a la cúspide. Podía verlo todo. Algunos, los más atrevidos, nadaban a gran velocidad entre las calles y se reían. Otros permanecían agarrados a algo, sujetándose, con miedo en sus caras. Los niños eran los que mejor se manejaban dentro del agua. Pude ver a una madre sujetando a su bebé con gran preocupación, pero el pequeño parecía estar tan a gusto como cuando estaba en el útero de su madre y no había sombra de temor en sus ojos. O sea que todo era según te lo tomaras.

Tuve curiosidad y me lancé en la corriente hacía donde antes estaba el río, pero ahora solo era una especie de surco gigante que dibujaba una sinuosa herida dividiendo a la ciudad en dos. El agua reflejaba los rayos de luz en todas direcciones. Para que me entendáis, no se veían sombras por ninguna parte. Es más, nunca antes había visto mejor. Y por las ondulaciones del agua podía ver las corrientes y hacia donde se dirigían. Si cogías la corriente apropiada podías dejarte llevar y cruzar la ciudad en poco más de cinco minutos. Después de todo no iba a estar tan mal. ¿Qué sacrificios tendríamos que hacer? Hombre, si os soy sincero, lo primero que pensé fue en que ya no iba a tener que preocuparme por dejar de fumar. Olvídate de la contaminación, del papel, de coger el coche, olvídate de los atascos, del viento, de la lluvia, … ¡coño, estaba de puta madre! Pensaba en todo esto dejándome llevar de espaldas por una suave y cálida corriente.

Entonces me acordé de ella y decidí ir a buscarla. Tan pronto como me acordé me pregunté cómo iba a ser el sexo bajo el agua y solo se me ocurrían buenas ideas. Llegué a su ventana en un par de minutos desde el centro. La ventana de su dormitorio estaba cerrada sin pestillo y pude abrirla desde fuera. Metí la cabeza en su cuarto y pude verla dormida. Le había pillado como a mí, durmiendo, y ahora querría que le explicara qué estaba sucediendo, como si lo viera. Además seguro que se asustaba muchísimo, a ella nunca le había gustado mucho el agua. Estaba echada en su cama, las sábanas habían mantenido su cuerpo contra el colchón pero su pelo flotaba en el agua hacia arriba haciendo suaves curvas que le acariciaban el rostro. Le aparté el pelo a un lado y la besé en los labios dulcemente. Sentí como abría la boca al reconocer mis labios y le salió de la boca una pompita que se fue flotando hacia el techo. Se agarró a mi cabeza. Entonces abrió los ojos muy despacio. Eran preciosos bajo el agua. Nunca me había fijado lo bonitos que eran sus ojos hasta que los vi por primera vez bajo el agua. Sus pestañas se abrieron y cerraron un par de veces de una manera muy graciosa y entonces me dijo en un tono muy suave:

― Sabía que vendrías, estaba esperándote. ¿Donde has estado?

Me metí en la cama con ella e hicimos el amor dejándonos llevar en el agua. Pude sentir sus fluidos cubriendo todo mi cuerpo y los míos inundándola por completo hasta rebosar por su sexo. Sus muslos me mantenían contra ella y mis brazos la sujetaban por la cintura. Nuestros cuerpos chocaban muy suavemente. Tuve el orgasmo más lento, largo e intenso que he tenido en toda mi vida. Luego nuestros cuerpos quedaron flotando uno junto al otro en mitad del cuarto. Y me volví a quedar dormido.

Recuerdo que soñé que me despertaba con todo el mundo otra vez seco. Lleno de aire, de un calor insoportable en verano, y mucho polen en el aire en primavera, y viento que te quemaba los labios cuando ibas a la playa o al campo. Siempre he tenido los labios muy sensibles. Antes fumaba hasta quemármelos. Recuerdo que el médico me enseñó una vez unas horribles fotos de otras bocas de otra gente con los labios destrozados y agrietados mientras me decía que así se me quedarían los míos si seguía fumando como un carretero. En cuanto puse el pie en la calle me encendí un cigarrillo y no volví más a su consulta. Ahora ya no tengo que preocuparme más por eso, ni por muchas otras cosas. Menos mal que solo fue un sueño y todavía sigo echando estos increíbles polvos submarinos que vosotros nunca conoceréis, capullos de tierra. Solo quería que lo supierais.