martes, 26 de mayo de 2009

Men are Penguins, Women are Koalas


Aquella noche llegué borracho a casa de Linda. Me había llamado por la tarde y me hizo prometerle que iría a su casa por la noche a ver una película holandesa en la que habían colaborado algunos amigos suyos de cuando vivía en Ámsterdam. Yo había salido temprano de casa para ir dando un paseo hasta su piso del centro pero por el camino me encontré con unos amigos que hacía mucho que no veía y me hicieron quedarme con ellos a tomar unas cervezas en una terraza del centro. Yo les estaba explicando que había quedado con una chica, y que no podía enredarme cuando me di cuenta que ya tenía una cerveza en la mano. No pude resistirme. “Bueno una cervecita no hace nada, además es temprano”, me dije a mí mismo, así que me senté con ellos dejando claro que solo me tomaría una. Cuando cerraron el bar nos trajeron la cuenta, debíamos ochenta euros en cervezas y whisky. Aproveché en una de las visitas al baño para despedirme de mis amigos y salí del bar en dirección a casa de Linda. Eran casi las doce de la noche.

La conocí un día en la biblioteca pública. Ya me la habían presentado antes en una fiesta de erasmus con cierto ambiente libertino pero nunca he sido muy dado al sexo libre. Me contó que llevaba tres años moviéndose arriba y abajo por Europa dando clases de inglés. Le pagaban muy bien y ella apenas tenía gastos. No tenía novio ni ganas de echárselo, según ella las relaciones solo podían acabar de dos modos: o en matrimonios aburridos con hijos o en matrimonios aburridos sin hijos. Yo le intenté explicar que se podía tener una relación estable sin tener que llegar al matrimonio. Pero según ella el problema no eran las relaciones en sí. El problema eran los hombres.

Okay, this is the point. Los hombres solo queréis follar cuando os apetece, cuando estáis calientes, ¿se dice? just when you feel fucking. Nothing else.

― Bueno pues busca un hombre con quien te guste follar cuando te apetezca.

Okay, pero nosotras no solo necesitamos follar, también necesitamos cariño. You know.

― Busca un hombre que sea cariñoso.

Okay, pero luego si follas con otro hombre dicen que eres una puta.

― Pues busca un hombre que sea cariñoso contigo y al que le guste follar con otras.

What? ¿Y quien quiere un hombre así?

La saludé en la biblioteca desde lejos. Ella se acercó hasta mí y me dio dos besos apretándose un poquito más de la cuenta. Llevaba un escote veraniego en pleno otoño y sandalias de tacón. Estaba buscando un libro de Kundera. Me pareció curioso y aproveché que había leído ese mismo libro hacía un par de años para entablar conversación con ella. A mí el libro me había parecido deprimente y espantoso, pero en vez de decírselo de primeras le recomendé que añadiera a su lista uno de Houellebecq muy caliente sobre el lado positivo y las ventajas culturales del turismo sexual. Aposté fuerte. O no me volvía a llamar o se le hacía el chocho cocacola. Tuve suerte y le gustó el libro así que un par de semanas después ya estaba abierta de patas hacia el techo y chillando mi nombre entre almohadas. Michel, te debo una. Michel -1, Milán -0

En general hablaba siempre con ella medio en español, medio en inglés. Ella llevaba ya más de un año aquí y se defendía muy bien con el idioma. Cuando me pedía que le explicara alguna palabra que había oído por ahí y que no encontraba en el diccionario me resultaba muy graciosa.

― Hey, Al.

― Dime.

― Esto, …¿qué significa mamoneou? Antes, cuando tú has dicho antes: Esto es un mamoneou, y tal…

― Se dice: mamoneo.

Mamoneo.

― That’s it. Mamoneo es algo chungo. Ya sabes. Cuando algo es molesto. Se dice: esto es un mamoneo. Un mamoneo de la hostia.

― De la hostia? What do you mean?

― Si de la hostia is something really big. You know, something gorgeous. But it isn’t really had to be bad. It could also be nice.

Aham, okay. Vale. Mamoneo de la hostia es como movida chunga, ¿no?

― You got it. ¿Otro vodka?

Wow, sure. ¡Otro vodka!

En cambio cuando andaba preocupada o enfadada con algo, o conmigo, lo cual era casi siempre, me chillaba en inglés y yo también le entendía casi todo pero la diferencia era que daba mucho más miedo.

― Hey, escucha. ¿Y por qué te fuiste la otra noche sin avisar? ¡No me dijiste nada!

Holy shit! ¿Qué no dije nada? ¡Dammed son of a bitch! I left you in that place cause you even talk to me at all! You just take the whole fucking night flirting with the other girls. That was sick. Oh my god, that was really sick!

― What? I didn’t flirt anybody. You are just mad, really mad.

Am I mad? What the fuck! You! You’re the mad one here! You’re the only one who kick anyone around me in the pubs! Anyone! You can’t stand it, for Christ’s sake! That’s what I call mad. You’re jealously mad.

― I’m not jealous.

Sure not. It would be me. Always it’s me. Holy shit!

Llegué a su casa a la una de la mañana dando tumbos. Cuando me abrió la puerta intentó parecer disgustada por mi retraso pero le compensé preparándole en la cocina unos mojitos de la hostia. Me senté delante de la tele dejándole claro que me importaba un pimiento la película de sus amigos holandeses y le prometí que la llevaría en mi coche la semana siguiente a dos o tres sitios que tenía ganas de ver por la costa. Quería ir a la playa en mitad de Noviembre. ¿Qué podía hacer? Cuando se bebió su copa me cogió de la mano y me llevó hasta su dormitorio. Hicimos el amor intensamente, casi con odio. Ella jadeaba y gemía como una perra, así que lo único que se me ocurrió decirle mientras me la follaba fue:

― Humm, … you like it, don’t you?... Eres una perra.

Y ella repetía desde abajo:

Oh yesss!... Dime perra, dime puta, dime palabras guarras... Come onnnn, fuck! Fuck me harder!